Ciencias

Los pájaros de la ciudad cambian de tono

El reyezuelo es un pequeño pájaro marrón que se encuentra en toda América.  Un estudio en Costa Rica reveló que estas aves cambian su canto en la ciudad para combatir los efectos del ruido humano.
Agrandar / El reyezuelo es un pequeño pájaro marrón que se encuentra en toda América. Un estudio en Costa Rica reveló que estas aves cambian su canto en la ciudad para combatir los efectos del ruido humano.

Amanece en San José, la capital de Costa Rica. La ciudad aún duerme, pero los madrugadores son recibidos por una hermosa sinfonía: Colibríes, comedores de maíz, yigurros (zorzales color arcilla), zorzales pechiamarillos, tangaras azules, moscas, águilas y otras aves anuncian que ha amanecido un nuevo día.

Pronto, el constante estruendo de los vehículos y sus bocinas, obras, vendedores ambulantes y demás se adueñan y configuran el paisaje sonoro de la agitada rutina de los cientos de miles de personas que transitan y viven en esta ciudad. Luego, el canto de los pájaros se desvanece en el fondo.

“El canto de las aves tiene dos funciones principales en los machos: atraer a las hembras y también defender sus territorios de otros machos”, dice Luis Andrés Sandoval Vargas, ornitólogo de la Universidad de Costa Rica. Agrega que en las hembras tropicales, la función principal del canto es defender el territorio. Así, para comunicarse en las ciudades, mantener seguros sus territorios y encontrar pareja, las aves necesitan formas de combatir los efectos del ruido antropogénico, es decir, el ruido producido por las personas.

“El principal efecto del desarrollo urbano en el canto es que muchas aves cantan en frecuencias más altas”, dice Sandoval Vargas. Los estudios realizados durante los últimos 15 años han demostrado, por ejemplo, que los puntos negros (turbiedad mérula), grandes tetas (parus mayor), y gorriones de cuello descarado (Zonotrichia capensis) canta en tonos más altos, frecuencias mínimas más altas en ambientes urbanos que en el campo.

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Pero la respuesta de las aves al ruido inducido por humanos puede ser más compleja que eso, como descubrió Sandoval Vargas en su estudio de crustáceos domésticos (Trogloditas aedon). Los gorriones domésticos son pequeños pájaros marrones, de unos 10 centímetros de largo y 12 gramos de peso, que se alimentan de insectos y viven cerca de los humanos. En Costa Rica se pueden encontrar en casi todas partes, pero son especialmente abundantes en las ciudades. “Los machos cantan casi todo el año y cantan durante muchas horas durante el día, y gran parte de su comportamiento está mediado por vocalizaciones”, explica Sandoval Vargas. Pero lo que los hace ideales para estudiar adaptaciones a entornos urbanos es que la mayoría de los componentes de su canto están en el mismo rango de frecuencia que el ruido que hacemos los humanos.

En el transcurso de dos años, Sandoval Vargas y su equipo grabaron el canto de águilas pescadoras macho en cuatro localidades de Costa Rica, y también registraron ruido ambiental, aprovechando la temporada de reproducción de los crustáceos nativos, de abril a junio. Aunque los cuatro sitios están ubicados en áreas urbanas, los niveles de ruido antropogénico en cada sitio varían de muy alto y medio a medio y bajo.

Investigarpublicado en 2020 Revista internacional de ciencia aviarque se enfoca en el repertorio de elementos sonoros—los muchos sonidos únicos que, cuando se combinan, forman el canto característico de un pájaro—producido por las currucas domésticas.

Como esperaban los científicos, los campañoles domésticos tendían a cantar en tonos más altos en lugares con más ruido antropogénico. Pero eso no es todo lo que encontraron.

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También encontraron que, en general, el alcance de las aves disminuía a medida que aumentaba el ruido antropogénico, especialmente cuando las aves estaban expuestas a niveles de ruido antropogénico que excedían el ruido normal al que estaban acostumbradas. Los investigadores encontraron el mismo patrón a nivel individual: el mismo pájaro ofreció un repertorio de canciones más pequeño en los días más ruidosos que en los días menos ruidosos.

Un repertorio reducido puede afectar qué tan bien estas aves aprenden su lenguaje vocal, ya que las aves cantoras necesitan escucharse a sí mismas y a otras aves para formular su canto. “Lo que pasa aquí es que pierden parte de su vocabulario, parte de sus voces, porque no las producen. Y en estos deportes los jóvenes tienen que escuchar a los adultos para aprender a cantar”, dice Sandoval Vargas.

Antonio Calzadilla

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